9.19.2011

Apuntes para una historia de guerra (segunda parte)


Todas aquellas nostalgias de la niñez, aquella canción que uno escuchó alguna vez, aquella vieja serie de TV, aquel personaje de comics, todos esos elementos están al alcance de la mano de forma inmediata en la internet. Esto es bueno y es malo, uno puede hacer las paces con sus recuerdos, resolver los conflictos que crea la nostalgia en cuestión de minutos, y revivir a partir de pequeños fetiches sucesos y personajes de mucho tiempo atrás. Yo he sido feliz encontrando todas y cada una de las películas y series animadas que me gustaban de niño, y que influyeron en mi destino de dibujante, una de las primeras películas que vi, y que ni siquiera recuerdo, fue la adaptación protagonizada por animales de la Isla del tesoro que hizo Miyasaki, mis padres me dijeron que fue un evento importante para mí ver esa película, yo no recuerdo nada, pero sí que luego leí el libro y entendí el siginifcado de la aventura, que luego se lo di a leer a mi hermano y que él se lo leyó de una sentada y que le significó exactamente lo mismo que a mí.

Pero a veces el traer de vuelta esos recuerdos es frustrante, yo he llegado a conseguir en internet hasta un  ridículo tv movie de terror protagonizado por Karen Black que hoy en día me parece una obra kitsch, pero que de niño me ponía los pelos de punta. Otros recuerdos de mi infancia traídos de vuelta en medio de riesgos han resultado valiosos, como la película La Agonía y el éxtasis, de Carol Reed, que cuenta la historia de Miguel Angel pintando la capilla sixtina y el papá Julio II preguntándole todo el tiempo cuando la pensaba terminar, a lo que Miguel Angel respondía siempre "cuando la termine". Recuerdo de niño haber visto esa película y haberme emocionado profundamente en una secuencia en la que Miguel Angel pintaba retratos de los borrachos de una taberna, y que cuando lo descubrían lo perseguían por ello, para mí era esa la mejor imagen de un artista, alguien que reproducía la vida, pero sin pedirle permiso a nadie, que podía responderle en su cara al sumo pontífice que solo tendría completo el retrato de Dios y su creación cuando su inspiración lo decidiera, recuerdo haber visto esas imágenes en un pequeño televisor de blanco y negro de 14 pulgadas, segmentadas por los comerciales y con doblaje al español, y pensar que ésa tenía que ser una de las mejores películas que existían. Hace pocos años logré averiguar el nombre de la película y la bajé de internet, se veía muy diferente a como yo la recordaba, un poco solemne tal vez, y un poco envejecida por ser de 1965, con esas músicas incidentales un tanto estridentes que se manejaban entonces, pero seguía conteniendo los mismos profundos significados.

Pero hubo otra película que vi de niño que he tratado de volver a ver, por varios motivos, era la historia de un par de familias que escapaban de la Alemania oriental a la occidental en globo, recuerdo haberla visto en el cine con mi papá, y que me pareció muy emocionante, además me llamaba profundamente la atención que una pelicula producida por Disney tuviera muertos, y la verdad, sólo eso tenía de interesante Night Escape, de Delbert Mann. Días después de que la vimos, mi papá conversaba con un amigo de él escritor, que había vivido en las dos Alemanias, y le contaba que aunque la película era muy mala, tenía un elemento valioso, al comienzo, un adolescente salía a recoger firmas para condenar a un poeta disidente, que había intentado fugarse a la Alemania capitalista, poco después, el joven trataba de escapar en su moto, pero era abatido por las ametralladoras, su padre encontraba en la habitación del hijo muerto los poemas del supuesto traidor, éste era un detalle que al ver la película me había pasado inadvertido por completo, pero que narrado por mi papá me resultó increíblemente interesante, fue la primera imagen que tuve de la adolescencia romántica, y creo que  la entendí bastante bien, aunque yo mismo era todavía un niño. Ver la película hace poco fue decepcionante en extremo, la versión verbal que había echo mi papá del asunto, que fue la que se me quedó grabada, era mucho más poética, la película es absolutamente cursi (y claro está, un vehículo de propaganda vulgar típico del hollywood de los años 80), yo recordaba apenas al joven escapando en su motocicleta en medio de la noche, pero había olvidado por completo la aparatosa e inverosimil secuencia en que el fugitivo de 16 años embestía desde una excavadora contra una torre de control, en mi cabeza no estaban presentes los soldados vestidos con uniforme de la gestapo (¿?) que le disparaban y que lo dejaban morir desangrado con muy poco disimulada crueldad

En la película en la que trabajo un joven no le cuenta nada a su padre sobre una fuga que planea, la escena en que esta situación se hace evidente es tenue, discreta, sin torres derrumbándose ni soldados con uniformes ridículos. Hoy sé que le debo más a mi padre que a la película Night Escape para la inspiración de esa escena, que es una de las que tiene la mejor iluminación y el mejor clima de toda la película, falta tan solo añadirle los títulos de los libros de los estantes de una biblioteca. Me inspiré para el escenario en el apartamento donde vive mi prima, y más indirectamente en una imagen simbólica de la biblioteca de la casa donde me crié. Para otra escena quería recrear la fachada del hospital militar, que queda a escasas cuadras de mi casa, un día le tomé fotos con mi cámara digital, y unos soldados armados me persiguieron y me obligaron a borrar las fotos. Les dije que era arquitecto, lo cual es una verdad a medias porque alguna vez estudié eso, no quise contarles que estaba buscando documentación para hacer una película donde no hablaba especialmente bien de los militares. Confieso que ese día me sentí un poco jugando a que era Miguel Angel, supongo que cualquier artista alguna vez se siente así.

Finalmente, conseguí fotos de la fachada del Hospital Militar en internet, pero es otra escena que no hemos terminado aun.