9.12.2021

Mis parientes uribistas

 Mi abuelo materno, el abuelo Antonio, fue sindicalista y llegó a ser alcalde de un pueblito pequeño de la Guajira, de dónde era oriundo. En los años de la violencia las cosas se complicaron, él era liberal, y escondió a varios liberales en su casa. Los metían debajo de la cama, y mi abuela se acostaba encima y fingía estar enferma. Los conservadores entraban a la casa con los machetes, y mi abuelo los afrontaba diciendo, que si se atrevían a entrar al cuarto donde estaba mi abuela enferma, él era el que los iba a matar a ellos. Los conservadores se iban, y con ese método le salvaron la vida a varios. Pero un día la cosa no les rindió más. Los conservadores le quemaron la casa a mi abuelo y lo intentaron matar, y él se tuvo que ir por el río Magdalena a remo, en canoa, con su esposa y sus tres hijos chiquitos. En ese tiempo mi mamá aun no había nacido.

Llegaron a Barrancabermeja, donde se estaba iniciando la explosión de yacimientos petroleros por parte de empresas norteamericanas. Ahí nació mi madre. Ella me cuenta que el pueblo estaba dividido en dos, había una reja por la que ella se asomaba y veía a los gringos con sus esposas con gafas oscuras, escuchando Elvis Presley y Buddy Holly. Del lado de mi mamá escuchaban la Sonora Matancera. Estas historias a mi me llegaron desde que era niño, lo de la matanza entre liberales y conservadores, y la huida en canoa, me lo alcanzó a referir mi abuela con lujo de detalles, como algo muy importante que no se podía olvidar, como un legado de la familia que yo debía tener presente siempre. Años después  mi mamá me contó más detalles, aparentemente mi abuelo, cuando llegó a ser alcalde, había alcanzado a tener finca, ganado, algunos bienes, y lo perdió todo en los años de la violencia. No obstante, en Barranca Bermeja logró reponerse. Consiguió trabajo en la planta petrolera y levantó a su familia. Mi abuelo era del partido liberal, pero tenía ideas comunistas, soñaba con la revolución del proletariado y el marxismo. Mi mamá me cuenta que tenía un librito que era una suerte de catecismo comunista, que reducía a breves salmos los conceptos más importantes del manifiesto comunista de Marx y Engels, mi madre recordaba estos detalles con una mezcla de ternura y vergüenza ajena.

El resultado de todo eso es que mi tío mayor, Rubén, hoy nonagenario, estudió arquitectura pero no se dedicó a eso. Llegó a trabajar en la ONU, viajó por todo el mundo, tuvo cargos importantes y llegó a escribir unos cuantos libros. Mi tío Rubén idolatra a Fidel Castro y a la revolución cubana como un paradigma, de hecho, siempre le cayeron bien las FARC, lo escuché más de una vez hablando maravillas de Tirofijo. Ahora bien, lo de mi tío es comunismo caviar, vive en uno de los barrios más elegantes de la ciudad, y bebe whisky. Pero nada se le puede criticar, yo tengo además un recuerdo muy grato de él de cuando yo era niño, por sus viajes de la ONU más de una vez nos visitó en Caracas y me daba "dinero para helados", que yo gasté en mis primeros libros de Astérix con mucha alegría. Las siguientes hermanas, Elsa y Gladys, eran mujeres pueblerinas de los años cincuenta, que es como decir que no eran nada, no fueron a la universidad y se dedicaron solo a ser esposas. Dicho en claro son dos señoras muy brutas, siempre me cayeron mal, de hecho, de niño, me costaba aceptar que eran las hermanas de mi mamá, porque eran mucho mayores que ella (una vez se lo dije, "no parecen tus hermanas si no tus abuelitas"). El siguiente hijo de mi abuelo Antonio fue mi tío Oswaldo, que se metió al ELN, lo metieron a la cárcel y luego se exiló en Francia (lo sacó de la cárcel mi tío Rubén, el de la ONU). La siguiente hija fue mi mamá, que se casó con un hippie que se la llevó a Venezuela. Esa fue la herencia que nos quedó de tener un abuelo comunista. 

Mis tías en cambio se casaron con un par de estúpidos que eran godos, y ellas fueron godas también. De una de mis tías godas salió mi tío Giovanni, que es una de las personas más estúpidas que he conocido. El y su papá tenían inclinaciones hacia la música, pero como eso de ser artista está muy mal visto entre gente conservadora, ambos se dedicaron a profesiones estables y vieron frustradas sus inclinaciones artísticas. El tío Jaime, que murió hace unos dos años, terminó muy mal, caminaba con uno de esos aparatos horribles que son como un bastón de cuatro patas, y más que una carga se volvió un auténtico fardo para sus deudos. Mi mamá me decía siempre que le pesaba mucho no haberse dedicado a su verdadera vocación, lo curioso es que mi madre hizo todo lo que pudo, inútilmente, para que yo no me dedicara al arte, pero así son las contradicciones familiares. Pero me alejo del tema, el caso es que mi primo Giovanni es un ser lamentable que postea textos de ultra derecha en facebook con asiduidad, un día me molestó tanto leer sus tonterías que lo bloqueé de mis redes sociales. Pero yo tengo un hermano, Luis, que es lo peor, por eso lo quiero, mi hermano nunca se pelea con nadie y sabe mantener las convenciones sociales mucho mayor que yo, pero siempre me cuenta las estupideces que nuestros uribistas postean en sus redes. Mi hermano sabía que yo tenía bloqueado al primo Giovanni, así que se puso a hacer capturas de pantalla de los posteos fascistas y me los mandaba, sabiendo que yo me iba a molestar. Poco antes del paro nacional de este año, cuando se estaba disputando una reforma tributaria completamente inoportuna en tiempos de pandemia, mi primo posteó un mensaje diciendo que la solución perfecta era disolver el proceso de paz y la JEP y utilizar ese dinero para suplir el hueco fiscal. Yo no lo soporté, desbloqueé a Giovanni y le escribí que si mi abuelo Antonio estuviera vivo se moriría de asco viendo a su nieto uribista. 

Mi tía Elsa, la mamá de Giovanni, se murió la semana pasada. Yo no le tenía especial cariño, de hecho no le tenía cariño en lo absoluto. No solamente porque no era una persona inteligente en ningún sentido, si no porque un día tuvo un detalle muy desagradable. Yo me gané un premio del ministerio de cultura para un proyecto de dibujos animados, ella se imaginó que me gané millones de dolares y me llamó por teléfono para exigirme que le diera trabajo a un sobrino, no lo pidió por favor, lo exigió y además a menazó "que no te tenga que volver a llamar". No solo me produjo un rechazo inmenso esa actitud atávica, tribal de una tía con la que nunca sostuve una conversación de más de cinco palabras, al margen de que yo no tenía una empresa ni estaba dándole trabajo a otras personas en lugar de mi primo. De nada sirvió que acto seguido me llamaran sus hijas a pedirme disculpas, desde ese día a mi tía le perdí cualquier afecto.Así que cuando se murió, pues no lloré por ella, pero además pensé, "si voy al funeral, mi primo Giovanni lo puede tomar como una provocación por la forma en que lo insulté". Porque claro está, tampoco es que tenga la menor intención de pedirle disculpas y reconciliarme con él. Para mi los uribistas no son personas. 

Además los funerales son en recintos cerrados y me pueden contagiar el covid.

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