11.10.2011

Recuerdos

En mi recuerdo más antiguo me veo a mí mismo pescando en un agujero en el hielo, supongo que soy un esquimal, mi tez es oscura y mis pómulos sobresalen, espero paciente a que se acerque un pez y lo ensarto con mi lanza. No sé demasiadas cosas, solo que de esa comida dependen mi supervivencia y la de los míos.

En el siguiente ciclo me veo como el chamán de una tribu muy primitiva, no alcanzo a distinguir de qué parte del mundo, tengo conocimientos rudimentarios de conjuros y oraciones, de yerbas que producen efectos medicinales con los que ayudo a mis semejantes, soy conciente de que lo que llaman magia esconde un mar de conocimientos inmenso del que yo sólo sé un poco, pero que ese poco me permite un pequeño estatus en la sociedad de la que hago parte. Soy solitario y meditabundo, sé que tengo más de lo que merezco, y que juego no tan inocentemente con poderes ocultos.

Ahora me veo en una ciudad de piedra y adobe, hace calor y hay arena por todos lados, creo que estoy en la antigua Sumeria, y que trabajo como asistente de un fabricante de aceite, me veo llevando vasijas a un templo sagrado, un hombre barrigón me saluda sonriendo y oculta algunas vasijas del templo para su propio provecho, ya hemos hecho negocios antes, en el templo se rinden cultos que no respeto demasiado, algo dentro de mí me dice que esos dilemas ya los conozco, y que este no es el tiempo de retomarlos, si no de aprender el arte de los negocios. En la ciudad hay gente de varias razas, se escuchan muchas lenguas y se adoran muchos dioses, con mi carro cargado de aceite voy descubriendo que el mundo de los negocios y el de los escrúpulos no son el mismo.

Más adelante me encuentro ya en la era cristiana, he partido a la guerra y he regresado, celebro con un compañero que ambos volvimos con vida, tenemos monedas de cobre en el cinto y compramos vino. En la taberna hay una pelea, son tiempos rudos y las reyertas se resuelven de la manera más tosca, venimos de una guerra que nos acostumbró a ver la muerte a los ojos sin inmutarnos. No estoy del todo seguro, pero creo que muero con mi cráneo reventado de un masazo en una pelea de borrachos. No hay nada que lo pruebe, pero creo que el escenario de mi muerte es la campiña inglesa, el año puede ser cualquiera entre 1100 y 1300.

Veo muros de piedra inmensos e inexpugnables, que ocultan calabozos y potros de tortura, si antes combatí en las cruzadas sin saber lo que éstas significaban, ahora soy un representante de la Santa Iglesia de Roma, seguramente es la primera vida en la que sé leer, y mi condición de religioso me ha acercado a la inquisición. Sé que es vital expulsar a los judíos de España (estoy en España!), y a  los que no se vayan y no se conviertan, pues hay que exterminarlos. Se me ha dicho que es lo correcto, en el nombre del dios padre, algo dentro de mí me señala que la comunicación con dios puede ser directa, que no necesito una institución para ello, que el hombre es falible y no es dios, y que acaso no tiene derecho a decidir el destino de los demás hombres. Están torturando a un judío de unos 40 años, lo han dejado calvo y le han sacado varios dientes, lo han hecho beber aceite hirviendo y le han dado latigazos, sé que he visto el mismo aceite en actos litúrgicos igual de falsos en otro tiempo, en otro lugar, sé también que el ser sacerdote me da privilegios que no necesariamente merezco, sé que ese hombre torturado y que va a morir pronto no tiene mas culpa que la de haber nacido en una cuna distinta a la mía, donde se profesa otra fe. En un punto no lo soporto más, y pido a los verdugos que cesen con las torturas, el hombre será quemado en la hoguera al amanecer, pero no es necesario seguir haciéndolo sufrir, él advierte que intercedo, acaso sabe que tampoco puedo hacer más, no me sonríe, pero alcanza a mirarme con algo que parece agradecimiento. No lo sé entonces, pero volveremos a encontrarnos.

Entonces soy un caballero de algún renombre y fortuna, libertino y acomodado, entregado a vicios y placeres amorales, me es frecuente visitar varias alcobas de importantes damas, y seguramente me he batido a duelo un par de veces, estoy en Francia y debe ser el siglo XVII, tengo el cabello largo y rizado, y sirvientes solícitos que cubren todos mis caprichos, la suerte me ha sonreído y eso me ha vuelto soberbio y cínico. No aprendo demasiado en este ciclo, seguramente muero de una enfermedad venérea mal curada, seguramente acuchillado por un marido celoso, nada de eso es importante.

Ahora soy una anciana, recorro callejuelas del gheto judío de Praga, llevo la vida de una mujer humilde a la que nadie quiso nunca, seguramente quise tener una suerte mejor, ser hermosa, tener vestidos y hacerme peinados, pero nadie se preocupó nunca por mí. En toda mi vida debo haber trabajado en varias casas como asistenta, y sé que me agradan los gatos. Mi vida es gris y apagada, soy un ser triste.

Y ahora un soldado prusiano, hábil con el fusil y de complexión atlética, no me alegra matar, pero es mi trabajo, he estado en mil batallas, he escuchado los cañones bombardear ciudades, y los tambores redoblando en marchas interminables. He visto cientos de hombres morir en manos de los soldados de Napoleón, no me importan demasiado los motivos de la guerra, pero hago mi trabajo lo mejor que puedo, esta vez me he adentrado en un bosque en medio de la nieve, he derribado a dos soldados franceses, me he alejado de mi pelotón y quiero regresar, no tengo miedo de los hombres ni de la noche que se aproxima. Me rodean los lobos, son muchos, y todo termina demasiado rápido, sin permitirme reflexionar, sé que es ésta una muerte como cualquier otra.

América, el nuevo mundo, he nacido en el sur, y desde muy joven he sido un vendedor, he recorrido poblaciones aledañas al Missisippi, ofreciendo ungüentos que supuestamente curan todas las dolencias posibles, pero que están hechos de lo mismo, grasa de cerdo perfumada con alguna esencia barata. Todo está en cómo los vendo, cómo hablo a la gente y los convenzo, cómo manejo, de una forma mezquina, el arte de la manipulación. Sé que soy bueno hablando, y de la venta de menjurjes paso a la política, tengo una esposa joven y hermosa que me ama y a la que yo también quiero, ella me impulsa en mi carrera, dice que con mis dotes de oratoria puedo llegar tan lejos como quiera, incluso el senado. Soy un miembro del partido republicano, a veces no sé si me he metido en esto solo por el beneficio personal o porque pienso que la política puede ser importante para el bien común. Empiezo a dudar de mi capacidad para sobrellevar el poder, me enfermo y muero a los 35 años, quedando truncada mi carrera.

Teniente de la armada del zar, es el 14 de mayo de 1904, me he despedido de mi joven prometida y he partido a una misión que involucra el honor y el deber a la patria, no soy un cínico con estas cosas, creo que la carrera militar es la única realmente valiosa, la que pone a prueba todos los verdaderos valores del hombre, tengo sólo algunas dudas porque en los ojos de mi prometida veo otro tipo de vida, ella es más joven que yo, más inocente, pero su ternura despierta en mí sentimientos encontrados. Mi carrera es importante, un alto mando que siempre ha creído en mis habilidades se despide de mí en el puerto deseándome suerte en una misión que parece de rutina, me conmueven sus sentimientos paternales, porque es el hombre que más admiro. En alta mar el acorazado es atacado por los japoneses, hay disparos por todos lados, los hombres mueren como moscas, una bala se me clava en el pecho, arde dentro de mí, la siento incrustada en mis costillas quemándome lo que me queda de vida, caigo al suelo y miro al cielo, distingo a una gaviota, el pecho me arde, los hombres están muriendo a mi alrededor, una idea cruza por mi cabeza y trato de descartarla, son mis últimos momentos conscientes y no quiero desperdiciarlos con sensiblerías, pero las ideas atraviesan mi mente con rapidez, en mis últimos suspiros lo advierto, acaso he dado mi vida por un imperio que se está muriendo, acaso el zar es un déspota que no representa los verdaderos valores rusos, acaso hay valores más profundos y más sagrados que los de la patria. Mi mente viaja y recorre las estepas hasta mi pueblo natal, imagino a mi prometida en su casa, ignorando que estoy muriendo, algo dentro de mí me dice que he sacrificado mi vida en vano, que habiendo creído toda la vida en el honor pude llevar una existencia más digna como campesino, velando por mi esposa y mis hijos, del mismo modo que lo hizo un pescador esquimal muchos siglos atrás, por alguna razón sé que el almirante que se despidió de mí en tierra sabía que yo iba a morir hoy, que él sabía en el fondo de su ser todas estas cosas que estoy pensando, que él también era un alma antigua que había venido varias veces a este mundo. Veo la gaviota en el cielo y no me explico como puede sobrevolar tan tranquila el lugar de la batalla, veo a mi novia asomándose a la ventana preguntándose por mí y si será cierto que a mi regreso nos casaremos, sé, además, que nunca podrá superar mi muerte, que perderá su juventud, que nunca volverá a amar y que será profundamente infeliz. Todo se mueve a mi alrededor, no distingo el vaivén del acorazado de esa fuerza que me mueve y me dice que es hora de partir, de pronto sé que me equivoqué, que tomé las decisiones equivocadas al igual que media humanidad, parto del mundo con la amargura de haber defendido ideales vacíos y haber desperdiciado lo único que de verdad importaba.

He deambulado por países y por épocas, he conocido hombres y mujeres de infinidad de culturas, he distinguido la sombra de dios en la penumbra, sordo a mis súplicas, pero presente. 

Y he dejado de suplicar. 

Me he reencontrado con amigos y enemigos, con amores y con penas, he nacido otra vez en el nuevo continente, en un país ingenuo y brutal, ignorante de su herencia y al mismo tiempo vital, he corrido la suerte de ser extranjero en mi propia tierra, he vivido de forma azarosa, tratando de mantener la disciplina del soldado aplicada a la vida del artista, he intentado conocer los fantasmas del alma y de la mente, he buscado verdades escondidas entre líneas en textos antiguos y modernos, he dibujado garabatos infantiles y he escrito desvaríos incoherentes, he visitado el viejo continente y he vislumbrado sombras de mi propio pasado en castillos majestuosos. He desconfiado de las religiones y de los potentados, he cometido errores imperdonables, he aprendido a enterrar odios y rencores, he encontrado sonrisas cómplices en desconocidos que parecen decirme que nos hemos visto antes, he tratado de llevar mi vida bajo un código que he irrespetado mil y mil veces. He buscado sin encontrar, he encontrado todo lo que no buscaba, de adulto me he sentido como un niño y me he sabido un anciano

Y mi alma aun no encuentra paz
  

6 comentarios:

Contracorriente dijo...

Me ha encantado tu texto. Yo he sido esclavo, pirata y misionero de una orden sin templo.
Me has hecho recordar un adagio que reza, más o menos: "El que busca no encuentra, el que no busca, será encontrado." Al principio me parecía producto de la inventiva mano de Ramos Sucre, pero no, estoy casi seguro de que es obra de Kafka, de sus Cuadernos en octavo... También hace juego este otro adagio con el párrafo final de tu memoria: "He soñado mi vida, he vivido mi sueño." Este de Juan Ramón Jiménez...

Diegogue dijo...

eso de ""He soñado mi vida, he vivido mi sueño." sería buenísimo para usarlo de epígrafe al comienzo de un libro, tal vez un día lo escriba

Anónimo dijo...

y en todo caso qué importa la realidad. ¿fue todo esto real o te lo imaginaste? ¿tendría algo de cine visto en tus primeros años, de los libros leídos, de los amores perdidos? pasó la guerra, Prusia y las enfermedades venéreas... A mí me gustó pensar en la amargura asentada en la memoria, morir con el dolor del ser amado que, condenado a seguir viviendo, no podrá recuperarse jamás. Muy bello texto

Diegogue dijo...

gracias

por supuesto que todo esto fue real, aunque... es un asunto de percepciones

Anónimo dijo...

aunque en realidad... no pasó la guerra, sólo se ha trasladado de lugar

Aerolitoredondo dijo...

Esta GENIAL, muy creativo, super bien escrito...ME ENCANTA... GRACIAS !!!