12.22.2020

Don Boris

Don Boris heredó un pequeño apartamento y algún dinero. El dinero lo prestó y no se lo devolvieron. El apartamento se tuvo que vender y Don Boris quedó en la calle, alquiló una pequeña habitación aquí en la cuadra, y poco a poco se fue volviendo loco. Hace años, cuando me vine a vivir a este barrio, de cuando en cuando me sorprendía escuchando "O sole mio" cantado a capella de manera impecable en la calle. Era Don Boris, que estudió bel canto en Italia en su juventud, y que a veces entretenía a los estudiantes con canciones o anécdotas que ellos agradecían invitándole ónces o dándole algunas monedas. Una vez lo vi cargando una caja que parecía muy pesada, me acerqué a ayudarlo al ver su gesto esforzado, no obstante, la caja estaba vacía. La víspera de las elecciones del segundo mandato de Santos, lo vi gritando en la calle, deteniendo practicamente a cada transeunte, instándolo a votar por Santos, más que nada porque era necesario que se firmara la paz. Don Boris gritaba a quien le quisiera escuchar "necesitamos la paz, hay que firmar la paz". El personaje más loco de la cuadra para unas cosas es el más lúcido, pensé.
Esta mañana bajé a comprar empanadas en la cigarrería. Me puse unos zapatos que, dice mi hermano, yo no lo he comprobado, son idóneos para fumar marihuana en Suesca. En la cigarrería estaba Don Boris, me dijo "El vecino parece que fuera un explorador...". Le respondí que estaba explorando la forma de arreglar lo del Covid y las vacunas, la señora de la cigarrería se rió. Don Boris me dijo que eso ya lo estaban arreglando, que en febrero llegaba la vacuna, al menos para él, que está en el grupo de riesgo, que ya poco a poco lo iremos superando. Volví a pensar en que Don Boris es más sensato que muchos de los que nos llamamos cuerdos.


Le invité una empanada y regresé a mi hogar.



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