1.15.2021

El aprendiz de bruja

Una vez, mi madre me dijo que en otra vida ella había sido una bruja, y que yo había sido su asistente, al parecer a ambos nos quemaron en la hoguera. Desde que me lo dijo, la idea de ser ese personaje secundario, encargado de recorrer los bosques en busca de hierbas extrañas, sin conocer del todo sus usos, me resultó fascinante. A través de la meditación me induje yo mismo regresiones, tratando de encontrar a ese aprendiz de brujo de la Europa subdesarrollada. Me vi a mí mismo como una prostituta celta a la que todos trataban de la peor manera, y como un antiguo mercader sumerio que contrabandeaba con aceite sagrado, en contubernio con unos sacerdotes corruptos. Al parecer, también fui un decadente noble francés que se batió a duelo en numerosas ocasiones y que fue contagiado de horribles enfermedades venéreas por amantes mercenarias, y también me reconocí en una costurera del ghetto judío de Praga, anciana, fea y pobre. Vi, o entreví, otras, muchas vidas en diversos períodos y variados escenarios, no logré encontrarme con el asistente de la bruja y no supe si esa supuesta vida fue un invento de mi madre, y si las que vi yo me las inventé también. Pero investigarlo fue estimulante.

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