9.19.2021

Escalando

 Era un muro de roca, un risco de los de verdad. Empinado y peligroso, pero yo debía subirlo, no había otra opción. Cuando llegué más o menos a la mitad las rocas se inclinaban de tal forma que era suicida continuar. Una mujer se acercó, era rubia y tenía el pelo muy corto, era una especie de entrenadora, me hizo una señal de que mantuviera la calma, y empujó unos pedruscos que cayeron al vacío. Al hacerlo, el camino se despejó y pude subir con relativa facilidad. Arriba estaba Fito, el de Fito y los Fitipaldis, que me sonrió, el camino continuaba ahora por unos puentecitos de madera mucho más seguros y cómodos. 

Y continué.

0 comentarios: