8.19.2009

perdido en el supermercado

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En la esquina del Carulla, a veces se reúnen unos muchachos, se sientan sobre un muro bajito y toman cerveza, a veces alguno de ellos, que tiene carro, abre la puerta de atrás y pone vallenatos a todo volumen, el espectáculo es patético, un grupo de jóvenes del montón, comunes y corrientes, vestidos como gente del común, oyendo la peor música que se ha grabado en la historia, si uno se acerca, los puede escuchar decir chistes vulgares y estúpidos, y lo más grave, es fácil imaginarse que todos votaron por Uribe, es extraño, los adultos de antes se escandalizaban ante la actitud contestaria de la juventud, yo como adulto me escandalizo precisamente de que en vez de ser contestatarios estos jóvenes sean tan borregos, pero sobre todo de que tengan tan mal gusto en música. Pero esta noche pasé y había un grupo de muchachos, eran muchos, no había ningún carro pero sí cervezas, de pronto advertí que uno de ellos tenía una guitarra y tocaba, casi todos le hacían coro, o aplaudían, varias muchachas bailaban, cuando me acerqué más advertí que cantaban "El pobre" de Bajo Tierra, que es de los pocos temas de música pop hechos en este país que no me produce pena ajena, no será el Lost in The Supermarket de The Clash, pero es una buena canción, y era agradable notar que todos se la sabían. Me quedé mirándolos un momento, todos eran muy jóvenes, como mínimo tenían 15 años menos que yo, deseé por un momento que se quedarán así para siempre, que no crecieran y se convirtieran en unos adultos adocenados y estúpidos.
Luego seguí mi camino hacia el supermercado

6 comentarios:

agustin paillet dijo...

muy buenos dibujos loco, segui asi

Diegogue dijo...

gracias, lo mismo

Anónimo dijo...

buen dibujo, usaste una foto de referencia? está igualito al carulla de la 46

Diegogue dijo...

últimamente uso referencias hasta para el gato

Unknown dijo...

hace quince años o en realidad un poco más, yo me encontraba aullando al ritmo de una guitarra que rascaba un amigo. Lo coreabamos otros siete y las únicas canciones que sabíamos eran las de la música de plancha heredada de nuestra preadolescencia en la que escuchábamos lo que ponían nuestras mamás. Yo detestaba esa música y en realidad hubiera preferido cantar algo de rock, pero mi inglés aún apesta. La escena no podía ser más patética: pretendíamos ser lo más rebelde del mundo y cantabamos algo que habíamos escuchado por imposición toda nuestra infancia. La rebeldía es siempre un buen indicador de la entrada a la juventud. Así se manifieste de la manera más ingenua como tocar guitarra y emborracharse con los amigotes. Ojalá se repita esa escena o alguna otra parecida que provoque un nuevo post de estos.

chao mano, saludes

Diegogue dijo...

a andrés le gusta la música de planchar, a andrés le gusta la música de planchar...