3.28.2020

El viejo

Subimos a una colinita donde la señal de internet es un poco mejor que en la finca, nos demoramos un siglo para subir un archivo que en Bogotá habría subido en dos minutos. Entre hacer ensayos infructuosos con dropbox y wetransfer, regresar a la finca a reducir el archivo en Photoshop y volver de nuevo a la colina, perdí prácticamente un día entero y eso me tenía de mal humor. En el camino de vuelta nos cruzamos un viejo de unos 80 años, caminando bajo un sol abrazador, llevando un saco que pesaba unos 40 kilos. Doy fé del peso porque lo ayudé a subirlo a la camioneta, lo llevamos hasta su casa, vivía a unos 6 kilómetros de donde lo recogimos, y venía caminando desde el pueblo, a unos 8 o 10 kilómetros más. Y el resto del trayecto que le faltaba era en subida, subida empinada, de las que no puedes subir en bicicleta aunque estés en forma, como sí que estaba el viejo. Cuando se bajó del carro y nos sonrió, miré su boca desdentada y su expresión estoica, y pensé que mis problemas enviando un tiff en CMYK de 42 megas eran bastante estúpidos.

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