3.29.2025

LA CALLE DEL YESO


Íbamos caminando con Alejandra, por la calle del yeso. En una tienda habían sacado varias piezas a la calle, la mayoría religiosas, o de esos objetos kitsch que la gente pone en la mesita de la sala. Destacaba mucho este Hulk de 30 cm de alto, que sostenía en una mano la cabeza del Capitán America, al que había decapitado. Le pregunté a Alejandra como se vería ese Hulk en mi casa. Dijo que se vería ridículo y que la gente pensaría que soy un inmaduro. A veces me pregunto que hago con Alejandra, una mujer 15 años menor que yo, pero que en algunas cosas piensa como una anciana. Que los comics son para niños y todo eso.

Días después pasé por la calle del yeso otra vez, pero solo. No estaba el Hulk. Pregunté y me enviaron al segundo piso de la tienda, era un espacio inmenso y concurrido, todas las piezas de yeso posibles, todos los adornos kitsch, las versiones pirata de héroes de anime, reproducciones toscas de la venus de Milo, vírgenes para todos los gustos y sí, mi hulk a un precio ridículo, 15mil pesos.

Era tan grande que, cuando llegué a la casa, no sabía donde ponerlo. Lo dejé al lado del computador, donde escribo estas líneas, por una semanas, hasta que tuve el tiempo de pintarlo, entonces lo puse al lado de la ventana, junto a unas plantas, y sigue ahí hasta hoy.

Dejé de verme con Alejandra, es que a veces me pone de los nervios. Ni siquiera diría que éramos amigos, tenemos poco o nada en común, pero trabajábamos juntos. A veces no me daba abasto con mis proyectos de comics, y ella, que los odiaba, me ayudaba. Un día me buscó, estaba muy triste, se había divorciado. O si somos más precisos, la habían divorciado. Yo la llevé a una fiesta, otro día fuimos al cine, pero estaba muy triste. Debía entregar el apartamento donde vivía, y le tocaba volver a la casa de su madre. Estaba tristísima y sin un centavo, a mí me habían ofrecido un proyecto que no estaba mal pago, pero era el tipo de proyecto al que solo me le medía si alguien me ayudaba. Se lo propuse y dijo que sí inmediatamente. Vino a la casa y sonrió al ver el Hulk "al fin lo compraste", dijo. Noté que le caía simpático, mucho más que cuando lo vimos en la calle del yeso meses atrás. Mientras fuimos trabajando me fue contando la historia de su fallido matrimonio. Me hizo odiar con todas mis vísceras a su esposo, y un poco a ella también, por ser tan tonta. Pero el cómic no quedó mal, se demoraron meses en pagarlo, pero no quedó mal. Un día Alejandra me preguntó porque me gustaba Hulk, si siempre digo que detesto los super héroes. Yo sé lo expliqué, pero nunca supe si me prestó atención, con ella es imposible saber si te está escuchando. Alejandra se define como neuro divergente, pero pienso que abusa de eso para disimular cuando un tema no le interesa. 

Otro día pasamos de nuevo por la calle del yeso, ahora había una figura de Thor con su martillo. Alejandra preguntó si me apetecía comprarlo, le dije que ni loco compraría ese pseudo héroe neonazi. En lugar de eso mandé a imprimir en 3d un Corto Maltés. Pero eso es otra historia.


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